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Reflexiones (in)oportunas

¿Qué lecciones podemos aprender de la marcha de Leo Messi del F.C Barcelona?

En Latinoamérica hay un dicho futbolístico que dice algo así: «uno no puede negar de 2 cosas en la vida, de su madre y del equipo de fútbol del que es hincha«.

Soy barcelonista, culé como dicen en mi tierra. No puedo recordar en qué momento lo decidí, supongo que de muy pequeño cuando me empecé a interesar por jugar al «deporte rey» con mis amigos del pueblo y todos eran del Barça. Haber crecido en la Catalunya de los 90 dejaba pocas opciones para elegir. Así que puedo decir que culturalmente el F.C Barcelona fue lo que siempre vi, comí y aprendí a querer. Mi padre (aunque hincha del Real Madrid, el «eterno rival» del Barça por si eres de otro planeta) es una gran amante de este deporte así que supongo que le debo a él también mi furor por el balonpié desde que tengo recuerdo.

No obstante, así no hubiera tenido el «estímulo» cultural y un refuerzo social para acabar identificándome con los colores blaugrana (como diseñador aún me cuesta conjugar estos dos colores visualmente), a lo largo de los últimos 15 años siendo espectador y seguidor del futbol como deporte y espectáculo, seguramente hubiera encontrado la excusa perfecta para volverme «fan» del F.C Barcelona. Se apellida con 5 letras: Messi.

Leo Messi y yo nos llevamos pocos años. Así que cuando él debuto lo sentí como un chaval de mi edad siendo el reflejo de lo que mi «futbolista frustrado» quisiera haber podido realizar: saltar al terreno de juego en el Camp Nou en partido oficial. En ese entonces (hace 17 años cuando se escriben estas líneas), nadie podía ni siquiera sospechar lo que estábamos a punto de presenciar durante las siguientes 2 décadas como barcelonistas. No ahondaré en lo que ha representado Messi para el futbol, para los aficionados culés o para un club como el Barça. Sobre ese aspecto ya hay mucha tinta escrita y por escribir que desentraña a través de estadísticas, emociones, recuerdos y hemeroteca la repercusión y trascendencia del astro argentino en su trayectoria futbolística de club (aún activa en estos momentos y sin saber cuál será su siguiente destino futbolístico mientras se redactan estas líneas) y su impacto en el futbol mundial de la última década.

Las reflexiones que hoy me llevan a bloguear esta entrada son de carácter más filosófico (como no podía ser de otra manera) a raíz de la abrupta, inesperada y dolorosa marcha forzada del 10 azulgrana de siempre (¿Quién en el vestuario azulgrana se atreverá con la losa de cargar ese dorsal?) para plantear cuestiones que creo que pueden ayudar a comprender como funciona este camino de idas y venidas, de belleza y amargura y de ilusión y frustración que nos hemos puesto de acuerdo en llamar vida.

Conste que, antes de empezar, jamás creí en este desenlace. La marcha de Messi era una sombra alargada que planeaba el Camp Nou y que muchos culés seguramente ya empezaban a ver temporada tras temporada, como es natural, más y más cerca. Pero seguramente nadie se atrevió jamás ni a imaginarlo de esta manera. Recuerdo que, en los momentos de más dulzura y más éxtasis futbolísticos del «crack» argentino, llegué a no poder entender o poder vislumbrar un futuro para el Barça sin Leo Messi. En algún momento imaginé una despedida multitudinaria. Yo ensoñaba que estaba en ese Camp Nou repleto en un último partido de homenaje con un Messi llegando a la cuarentena de años, habiendo hecho toda su carrera en el club de su vida. Fantaseaba… «no habrá estadio que pueda acoger a tantas personas que sin duda, a sabiendas de ser el último partido del mejor jugador de la historia del Barça, quiera perderse semejante evento y ese peregrinaje para presenciar tan magna cita vendrá hasta de los lugares más recónditos del globo«. Imaginaba unas colas kilométricas para entrar al Camp Nou, merchandising especial, un mosaico con la cara de Messi, un video de la trayectoria, millones de personas en todo el mundo (100000 desde el estadio) coreando su nombre en el cambio de rigor, todas las personas y personalidades, futbolistas compañeros y excompañeros celebrando su trascendencia, muchas lágrimas e infinita gratitud. Me figuraba a mi mismo en ese sentir colectivo, llevando a mi hijo de 3 o 4 años diciéndole: «ese es el mejor jugador que jamás ha pisado una cancha de futbol y lo tuvimos aquí«. Y aún así me costaba aceptar la idea de que eso algún día debiera ocurrir.

Y finalmente ocurrió. Pero hoy lo más triste es que no fue así. Hoy Messi se va del club de su vida porque no queda otra opción. No entraré en las circunstancias económicas, culpables y verdugos porque esa es otra historia que, aunque alimenta el morbo que siempre merodea a los artistas en el sector del espectáculo, no es el propósito de esta entrada.

Hay unas lecciones que podemos aprender del «caso Messi» que, por impacto, desenlace inesperado y trascendencia quiero tratar, aún con el caso «caliente» encima de la mesa y que invito al lector/a a reflexionar. Aunque estas lecciones las podemos ver reflejadas en tantas otras miles de circunstancias que suceden cada día en la vida de billones de seres humanos, el impacto mediático de este suceso las pone en relieve y es por eso que hago esta reflexión oportuna. Dicho esto, ¿Qué lecciones de vida nos da este acontecimiento?

1- La voluntad NO es suficiente.

Vivimos en una era donde se ha establecido la idea que «todo es posible», que «todo se puede lograr» que «echándole ganas y voluntad» al final cualquier propósito es posible. Esto nunca fue así. Desde el albor de nuestra civilización hasta los últimos acontecimientos que acaecerán en el transcurso vital del ser humano, jamás estaremos en control de las cosas solo por el ejercicio de una voluntad o convicción absoluta de que estas sucedan. Tenemos derecho a vivir la vida en las nubes de la creencia, la expectativa o el deseo, en pensar que «aquello que se necesita para que las cosas se den, se van a manifestar», pero eso es pensamiento mágico, y por ende, irracional. El candidato y hoy por hoy presidente del F.C Barcelona, Laporta, ganó unas elecciones sirviéndose de las expectativas de lograr la renovación de Messi, algo que a día de hoy está más o menos claro que o no supo resolver o no estaba en su control. La herencia tóxica según este manifiesta asciende a 487 millones de pérdidas por lo que frente a este escenario devastado pronunciar la simple promesa de poder retener al astro argentino, es ya en si tanto un ejercicio de pensamiento mágico como de irresponsabilidad. Debería tener consecuencias, no solo morales. Y no podemos pedirle a Messi que juegue gratis. No estamos hablando de un jugador cualquiera, y no podemos apelar a su amor por el club para pedirle que él, su familia y todo el equipo de profesionales que maneja dejen de cobrar honorarios para que este pueda seguir jugando en el club al que le ha dado todo. Más bien estar agradecidos eternamente como aficionados al deporte de haber presenciado su talento y su persona o incluso haber tenido la suerte de ser contemporáneos de un jugador como él. En 30 años hablaremos de esto con la dimensión que tuvo.

En la vida hay cosas que se escapan a nuestro control. No solo se trata de echarle ganas o de tener una gran voluntad.

Hay más sabiduría en la persona que detecta cuando «no se puede» que aquella persona que persiste hasta la agonía extrema en el «sí se puede».

@DAVEZELEMA

A veces estar obcecados con la idea de que algo se va a lograr «sí o sí» tiene repercusiones más catastróficas para nuestra vida a medio y largo plazo que aceptar que no se puede seguir por ese camino y «pivotar» (usando terminología de emprendimiento) a otro escenario, a otra opción u otra oportunidad. Puede que desde la expectativa de lo que hubieras deseado lograr percibas la rendición como un fracaso, pero la vida siempre te da una segunda opción, una tercera e incluso una cuarta cuando valoras el cambio como una posibilidad y la adaptación como una virtud. ¿Debería el Barça poner en riesgo 122 años de historia por un jugador (sea quién sea)?, ¿Debería hipotecarse la institución tan dañada económicamente en un escenario de incertidumbre absoluta como el que vivimos en estos años de pandemia y que tantos cambios socioeconómicos y estructurales están sucediendo? Mi posición es clara, no. Lo que me lleva tal vez a la última reflexión de este primer punto:

Cuando no se puede, no se debe. Y la sabiduría está en saber detectar cuando se cruza la línea que nos ratifica que «ya no se puede más» y que seguir por esa senda es poner en grave peligro la institución que representas ya sea empresarial o también familiar.

2- Debemos estar preparados para la mier**.

Siguiendo la senda del anterior punto, muchas veces estamos tan obsesionados en «como debería ser» o «como será cuando se logre» que no creamos escenarios de crisis o no estamos preparados/as para saber ejecutar alternativas cuando tenemos aquello que se denomina «un golpe de realidad».

Messi, como él mismo ha expresado, no tenía ninguna sospecha de que su relación con el F.C Barcelona se pudiera romper. Hasta hace unos días, él se veía reincorporándose a los entrenamientos y las rutinas con su club de preparación de la temporada actual. Y eso incluye su casa, la escuela de sus hijos incluso los compromisos contractuales con anunciantes para este año. Todo estaba según «lo previsto». Y la vida golpea. Hablamos de Messi porque es un caso mediático, pero siendo objetivos Messi no tiene «un gran problema en el gran escenario de las cosas«. Mañana tal vez (tal vez esta noche) un equipo de futbol-financiado-por-Estados de turno pondrá el contrato, la millonada, la casa, las escuelas y la alfombra roja al final de las escaleras del vuelo privado que lleve a los Messi a su «nueva vida». Desde esa perspectiva, esto no es una tragedia, pero el punto es: si algo tan repentino, tan súbito, tan inesperado, tan desconcertante y fuera de todo guion le pasa a una estrella de nivel mundial como Messi, ¿Qué no nos puede suceder al resto de mortales? Cuando hablamos de Messi hablamos de una persona rodeada de representantes, abogados, intermediarios y medios para controlar casi todos los aspectos de su vida… y aún así, la mie** cuando se presenta, salpica a todos (aunque evidentemente no de igual manera, ni con el mismo nivel de tragedia).

No sabemos cuando sucederá un giro de acontecimientos, es una realidad. Creemos estar en control, tener salud, tener a nuestra familia a salvo, estar bien en el pago de impuestos, vivir con las comodidades básicas, tener el control en el ámbito laboral o profesional y de repente, sucede el «de repente».

¿Qué lección nos deja esta situación? Tal vez Messi estará lamentando no haber firmado su ampliación de contrato antes de que este venciera en junio. Tal vez creyó que todo se pondría en orden. Tal vez pensó que el Club estaba en disposición de llegar dónde hiciera falta para lograr su renovación. Tal vez confío en que el nuevo presidente podría vender otros jugadores para aligerar la masa salarial… tal vez, tal vez… Pero hoy eso ya es un «y si…» La tragedia o los «imprevistos» suceden sin indicios y se presentan de manera súbita. Por mucho que intentes a veces confiar y estar «en control» este se nos escapa, no importa el nivel socioeconómico o quién seas o representes. Lo único que podemos hacer es ser conscientes que nada es fijo, nada está escrito, nada es definitivo, vivimos en un océano de incertidumbre en el que estamos equipados con lo mínimo (y a veces ni eso) para mantenernos a flote. Tener un plan B, ser capaz de plantear escenarios de crisis sin tener que renunciar a la «opción A» es de sabios. ¿Qué habilidades, conocimientos, opciones tienes en este momento para un cambio de escenario en el marco laboral, de salud, familiar o financiero?

¿ Y ahora qué?, ¿Qué hago ahora? Esa es la lección de vida que da respuesta a una pregunta que no queremos tal vez nunca vernos en la necesidad de responder.

@davezelema

3- Nunca sabemos cuando estamos jugando el último partido.

Messi disputo el último partido de azulgrana con derrota del F.C Barcelona frente al Celta de Vigo en un Camp Nou vacío por la pandemia. Ese último partido, fue también el del último gol con la camiseta culé (detalle que no es de extrañar en un jugador que promedia un gol por partido aproximadamente). Lo celebró con abatimiento, el F.C Barcelona ya había perdido la Liga y, en definitiva, para un jugador que acumula 672 goles en su carrera como azulgrana debió ser algo rutinario. Nada nuevo emocionante. Tal vez hoy ya no lo vea así, con la ventaja del tiempo y sabiendo el desenlace de los acontecimientos, ese fue su último gol con la casaca del club de su vida.

La vida es un ejercicio de entendimiento que solo se comprende mirando hacía atrás pero que solo se puede experimentar yendo hacía delante.

@davezelema

Con esta retrospectiva, las conjeturas son tan pueriles como estériles: ¿Cómo hubiera celebrado ese último gol si hubiera sabido de antemano que realmente era el último de blaugrana?, ¿Cómo lo hubieran celebrado sus compañeros?, ¿Hubiera tenido ese partido más trascendencia para un equipo que ya había perdido el torneo para, como mínimo, entregar el máximo posible y no terminar el encuentro en derrota? Mirar en retrospectiva nos llena de nostalgia, de profundidad, de claridad y también de conocimiento, pero solo podemos tomar acción en el aquí y el ahora, y en muchas ocasiones somos inconscientes de la trascendencia y la construcción de recuerdo que estamos creando en este mismo instante.

No sabemos cuál va a ser nuestro último partido, nos debe de acercar a la consciencia de que cada momento compartido, cada experiencia atesorada, cada fin de una llamada, cada post que publicamos, cada mensaje que enviamos, cada beso que damos, cada «gracias» que mencionamos, cada hoja en nuestro diario que escribimos, cada verdad que revelamos son una pieza de nuestra vida que entregamos y que jamás sabremos cuando esta o aquella será la última. No debemos vivir como si «siempre habrá un siempre«. Como si siempre «ell@s estarán allí» (todos tenemos nuestros ell@s, tus padres, tus hijos, tu esposa, tus perros o tu jugador de futbol favorito). No debemos permitir que la rutina se degrade en un aburrimiento indiferente que haga que el sabor del último gol nos sepa a derrota o meramente intrascendente.

Estar presente para los presentes es siempre nuestra mejor versión. Ser consciente que nadie ni nada es para siempre te hace permanecer y experimentar la vida en el más acá. La fecha del último partido, el último gol, la última canción, el último «hasta luego» puede no estar planificado y anticipadamente señalizado en nuestro calendario. Por eso, si hoy estás leyendo estas líneas hasta aquí quiero agradecerte por permitirme entregarte mi pensamiento, mi admiración y agradecimiento a tan magno jugador como Leo Messi y, en definitiva, por la vida que has puesto en tu lectura, el agradecimiento, por si nos conocemos, que hayamos compartido retazos de nuestra vida, y de poder seguir construyendo recuerdos de los que nos sintamos orgullosos cuando en un futuro los rememoremos, los leamos o los narremos. Por que esta es mi última reflexión y tal vez una reflexión de vida:

En cada acción, cada palabra, cada gracias, cada «te voy a extrañar» o incluso en cada gol.. Solo somos recuerdo.

@davezelema
Gracias Messi.

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